martes, 16 de octubre de 2018

Acidosis tubular renal distal en dos niñas diagnosticadas de hipotiroidismo adquirido

Acidosis tubular renal distal en dos niñas diagnosticadas de hipotiroidismo adquirido

Nefrología 2018-04-29 | doi: 10.1016/j.nefro.2017.12.005

Resumen
Se presentan dos casos en edad pediátrica diagnosticados de acidosis tubular renal (ATR) asociada a hipotiroidismo de causa autoinmune.
El caso 1 desarrolló un íleo intestinal a los 5 años de edad en el seno de un problema respiratorio. En los exámenes realizados se constató acidosis metabólica, hipercloremia, hipopotasemia y nefrocalcinosis. El caso 2 fue diagnosticado de hipotiroidismo a los 11 años de edad y 2 años después, de ATR.
En ambos pacientes, se comprobó el diagnóstico de ATR al observarse una pCO2 urinaria máxima reducida. En el caso 2 se constató, además, una fuga proximal de bicarbonato (ATR tipo 3), que constituye el primer caso publicado sobre el tema.
Se revisan las causas de ATR en pacientes con hipotiroidismo. El efecto deletéreo sobre el riñón puede ser debido a la propia ausencia de hormona tiroidea y/o a los autoanticuerpos en los casos de hipotiroidismo autoinmune.
Introducción
La acidosis tubular renal (ATR) integra un grupo de trastornos que cursan con un defecto en algunos de los transportadores relacionados con la reabsorción de bicarbonato en el túbulo proximal (ATR proximal o tipo 2), con la excreción de iones hidrógeno (H+) en el túbulo colector (ATR tipos 1 y 4) o ambas (ATR tipo 3)1. Se caracterizan por la presencia de acidosis metabólica hiperclorémica persistente con un anión gap normal.
Las formas primarias son más frecuentes en lactantes y niños2. La ATR distal es la variante más frecuente. En los últimos años, las técnicas de biología molecular han permitido conocer las bases genéticas que originan un defecto en la excreción urinaria de H+ y amonio, en el caso de la ATR distal3. Ese defecto puede demostrarse tras el estímulo con alguna sustancia rica en H+ (ClNH4) o determinando la pCO2 urinaria (UpCO2) máxima4. Clínicamente, la ATR distal se caracteriza por la presencia de poliuria, polidipsia, nefrocalcinosis, hipopotasemia, orinas persistentemente alcalinas, hipercalciuria, hipocitraturia y defecto en la capacidad de concentración con tendencia a la deshidratación5.
Las formas secundarias de ATR distal, más comunes en adultos, están asociadas a la administración de medicamentos o tóxicos, o bien a enfermedades sistémicas o inmunológicas. En niños, las causas secundarias son más raras; se han descrito en casos de síndrome de Sjögren6 o de lupus eritematoso sistémico7 o tras la ingestión de algunos medicamentos.
Se han comunicado pocos pacientes con ATR distal asociada a hipotiroidismo clásico o a enfermedad tiroidea de causa autoinmune. En niños se han descrito muy pocos pacientes. Presentamos los casos de dos niñas con hipotiroidismo adquirido asociado a ATR distal secundaria. En uno de ellos, la asociación con ATR tipo 3 constituye la primera descripción de la literatura.
Caso 1
Niña de 5 años y 7 meses de edad, con el antecedente de distensión abdominal desde los primeros meses de vida y detención de peso y talla desde los 2 años de edad (por debajo del percentil 3). Ingresa por fiebre de 39°C, rinorrea verdosa, tos productiva y dolor faríngeo de 3 días de duración, acompañados de dificultad respiratoria progresiva, polipnea y distensión abdominal. A su ingreso, se observaron datos de deshidratación severa, mucosas orales secas, taquicardia, signos de condensación pulmonar en el hemitórax derecho y abdomen distendido con peristalsis disminuida. En una radiografía de tórax se corroboró el diagnóstico de neumonía y en la de abdomen se observaron datos compatibles con un íleo de origen metabólico. En los exámenes de laboratorio, se constató acidosis metabólica, hipercloremia e hipopotasemia, que persistieron a pesar de restablecerse el estado de hidratación (tabla 1). En el estudio urinario se observó hipercalciuria e hipocitraturia (tabla 1) y, en el ultrasonido renal, una nefrocalcinosis de gradoII (fig. 1). Se realizó una prueba de acidificación urinaria con estímulo de acetazolamida y bicarbonato sódico, alcanzándose una pCO2 urinaria máxima de 47mmHg a los 60min (gradiente pCO2 orina-sangre: 15mmHg) (tabla 2). El estudio audiológico fue normal.
Tabla 1.
Exámenes bioquímicos sanguíneos y urinarios
 Caso 1 Caso 2 
Gasometría venosa
pH 7,18 7,2 
HCO3 (mEq/l) 4,9 9,3 
Cloro sérico (mmol/l) 125 116 
Potasio sérico (mmol/l) 2,47 2,3 
Ácido úrico sérico (mg/dl) 1,9 
Cociente calcio/creatinina (mg/mg) 0,95 0,33 
Calciuria en 24h (mg/kg/día) 13,8 4,5 
Cociente citrato/creatinina (mg/g) 50  
Citraturia en 24h (mg/kg/día) 1,5  
Oxaluria (mmol/mol) 2,3  
Fracción excretada de bicarbonato 3,39% 12,75% 
Figura 1.
Imagen de nefrocalcinosis ecográfica en el caso 1.
Tabla 2.
Resultados obtenidos en la prueba de la pCO2 urinaria máxima realizada tras estímulo con bicarbonato de sodio y acetazolamida
 Caso 1 Caso 2 
pH urinario 7,6 
pCO2 urinaria máxima (mmHg) 51 46 
HCO3 urinario (mEq/l) 85,22 101,97 
Gradiente pCO2 orina-plasma (mmHg) 15 
Tras el diagnóstico de ATR distal se inició tratamiento con solución de citrato potásico (4mEq/kg/día), sin objetivarse mejoría del peso y la talla, al tiempo que persistía la astenia, la adinamia y la somnolencia. El estudio del perfil tiroideo mostró unos niveles de TSH de más de 150mU/l, de T3 de 0,19ng/ml y de T4 indetectables. Los anticuerpos antitiroglobulina (181,6UI/ml) y antiperoxidasa (373,2UI/ml) fueron positivos. Inició tratamiento con levotiroxina, mejorando peso y talla. Actualmente, con 11 años de edad, tiene un peso de 29kg (p8%) y una talla de 133cm (p6%), persistiendo con defecto de acidificación urinaria (pCO2 urinaria máxima de 49mmHg).
No se observó ninguna alteración molecular en los genes ATP6V0A4ATP6V1B1 y SLC4A1 analizados por secuenciación directa de los exones y de las transiciones exón-intrón.
Caso 2
Niña de 13 años de edad, sin antecedentes heredofamiliares de relevancia que exhibe detención de peso y talla desde los 7 años de edad. Desde entonces, ha tenido 4 episodios de parálisis de extremidades y flaccidez generalizada, con incapacidad para el sostén cefálico y mostrando genu valgo bilateral. A los 11 años se le diagnosticó hipotiroidismo, por lo que se inició tratamiento con levotiroxina. Posteriormente, fue remitida al hospital para completar estudio por hipopotasemia. Los exámenes bioquímicos sanguíneos y urinarios y los resultados de la prueba de acidificación se muestran en las tablas 1 y 2. Junto con el defecto de acidificación distal se observó una fuga proximal de bicarbonato compatible con ATR tipo 3 (tabla 1). La ecografía renal mostró una nefrocalcinosis gradoII bilateral. La valoración audiológica fue normal. Los anticuerpos antitiroglobulina (246,8UI/ml) y antiperoxidasa (92,6UI/ml) fueron positivos. Un año después del diagnóstico de ATR, la paciente requiere mayores dosis de citrato y persiste el defecto de acidificación urinaria (pCO2 urinaria máxima de 53mmHg). Ahora, con 14 años de edad, tiene un peso de 40kg (p5%) y una talla de 138cm (p0%).
Discusión
Las hormonas tiroideas influyen en el desarrollo renal, la estructura del riñón, la hemodinámica renal, la tasa de filtración glomerular y la función de muchos transportadores, especialmente los relacionados con el manejo de sodio, el equilibrio ácido-base y la capacidad de concentración renal. Estos efectos de la hormona tiroidea son, por un lado, debidos a acciones renales directas y, por otro, a efectos hemodinámicos cardiovasculares y sistémicos que intervienen en la función renal8.
La hormona tiroidea influye directamente en la expresión y/o en la actividad de algunos canales iónicos y transportadores. Estudios pioneros de micropunción realizados en ratas hipotiroideas mostraron, además de la presencia de una reducción en el filtrado glomerular renal (FGR), un incremento en la excreción urinaria de sodio y agua9. Más tarde, se comunicó que la hormona tiroidea regula la actividad del intercambiador Na+/H+ (NHE3) del túbulo proximal10 (fig. 2); ese efecto es debido a la unión directa de la hormona con la región promotora del gen que lo codifica11.
Figura 2.
La expresión del intercambiador Na+/H+ (NHE3), del cotransportador Na/fosfato NaPi-IIa y de la subunidad B2 de la H+-ATPasa vacuolar (no representada en la figura) se reduce en la membrana del borde en cepillo del túbulo proximal de las ratas hipotiroideas. Además, existe una reducción de la actividad del cotransportador tubular proximal Na+/HCO3 (NBCe1) y una mayor expresión del intercambiador Cl/HCO3 (AE1) de las células α-intercaladas sitas en el túbulo conector y en el ducto colector cortical. En condiciones de acidosis, la expresión de NBCe1 aumenta en las ratas hipotiroideas y se incrementan el número de células α-intercaladas12. ACII: anhidrasa carbónicaII.
En 2007 se comprobó la actividad de varios transportadores involucrados en el equilibrio salino y ácido-base en ratas que se habían transformado en hipotiroideas mediante la administración de metimazol12. Los resultados obtenidos se resumen en el pie de la figura 2. Básicamente, se observó una reducción en la actividad de varios transportadores que actúan en el túbulo proximal, lo que se traduce en pérdida salina y en una reducción en la eliminación de hidrogeniones a ese nivel. En cambio, se constató una mayor expresión del intercambiador Cl/HCO3 (AE1) que es funcional en las células α-intercaladas del túbulo conector y del ducto colector cortical12. Por tanto, el déficit de hormona tiroidea se asocia con un defecto en el manejo renal del sodio y del equilibrio ácido-base que está localizado principalmente en el túbulo proximal y que intenta compensar la nefrona distal. En consecuencia, en fisiología, la hormona tiroidea modula la respuesta renal a una sobrecarga ácida y altera la expresión de varios transportadores que son claves en el mantenimiento del equilibrio ácido-base.
Podríamos preguntarnos por qué razón no existe pérdida salina en los casos de hipotiroidismo si existe una importante pérdida salina proximal. La causa ha sido estudiada en ratones transgénicos deficientes en el intercambiador Na+/H+(NHE3)13 y en adultos con mutaciones en el gen que lo codifica14. En estos casos, se ha comprobado un mecanismo compensador ante la pérdida de NHE3 que consiste en una reducción del FGR originado por vasoconstricción de la arteriola aferente vía adenosina. Esta es una de las razones por las que existe reducción del FGR en los pacientes hipotiroideos15,16.
En los años 70, se describió, en 5 adultos afectos de hipotiroidismo primario sin acidosis metabólica y sin evidencia clínica de padecer una enfermedad sistémica autoinmune, una incapacidad de descender adecuadamente el pH urinario tras una sobrecarga ácida17; este hecho es propio de una ATR distal incompleta. Posteriormente, se han descrito sendos casos de ATR tipo 1 en adultos con hipotiroidismo no inmune18,19. En uno de los pacientes existía hiperpotasemia (ATR tipo 4) compatible con un incremento de la concentración de Na+ en la luz tubular del ducto colector e imposibilidad secundaria para la secreción distal por defecto de gradiente de H+ y K+18.
No obstante, en la mayoría de los pacientes en quienes se incluían ambas condiciones clínicas, el hipotiroidismo fue de causa autoinmune. Esta circunstancia dual se ha descrito tanto en adultos20-22 como en niños23,24; en uno de estos casos de ATR, los niveles séricos de T3, T4 y TSH fueron normales22, lo que apoya el concepto de que los anticuerpos antitiroideos per se pueden tener un efecto negativo en la capacidad de acidificación renal, tal y como está descrito en otras enfermedades autoinmunes6,7. Existen varios casos en la literatura en los que se ha descrito la triple asociación de ATR, hipotiroidismo y otra enfermedad autoinmune como diabetes mellitus25 o síndrome de Sjögren26,27. El hecho de que a nuestra paciente del caso 2 se le diagnosticara ATR 2 años después de iniciarse el tratamiento con hormona tiroidea, constituye un argumento a favor del efecto deletéreo directo de los anticuerpos antitiroideos sobre la capacidad de acidificación renal, aunque no es descartable tampoco un posible defecto en el cumplimiento del tratamiento sustitutivo. El mecanismo fisiopatológico de la ATR distal en relación con la autoinmunidad no es bien conocido. En casos de síndrome de Sjögren se ha demostrado, en estudios inmunohistoquímicos, la ausencia de la H+-ATPasa vacuolar de las células del ducto colector obtenidas a partir de biopsias renales28. Más recientemente, en la misma enfermedad, se han descrito autoanticuerpos contra la enzima anhidrasa carbónicaII (fig. 2)29.
La prueba en la que se determinó la pCO2 urinaria máxima en nuestros 2 pacientes es una variante de la misma descrita por nuestro Grupo en la que se administran simultáneamente acetazolamida y bicarbonato sódico a unas dosis inferiores de las habituales, con lo que se consiguen pruebas válidas (HCO3 urinario >80mEq/l) sin efectos secundarios reseñables4,30,31.
La pérdida proximal de bicarbonato relatada en el caso 2 debe estar en relación con una reducción en la actividad tanto del intercambiador Na+/H+ (NHE3) como del cotransportador Na+/HCO3 (NBCe1), tal y como se ha descrito más arriba (fig. 2)12, aunque al tratarse de una ATR tipo 3 (proximal y distal) cabe la posibilidad teórica de que la paciente fuera portadora de autoanticuerpos contra la anhidrasa carbónicaII que es funcional en ambas porciones proximales y distales de la nefrona.

Nefropatia Ig A

Nefropatía IgA

Mario Espinosa Hernández.
Rosa Ortega
Hospital Universitario Reina Sofía, Córdoba.Nefropatía IgA. Espinoza Hernández M, Ortega R. En: Lorenzo V, López Gómez JM (Eds) Nefrología al Día. http://www.revistanefrologia.com/es-monografias-nefrologia-dia-articulo-nefropatia-iga-162

INTRODUCCIÓN

La Nefropatía IgA (NIgA) es la enfermedad glomerular primaria más frecuente en todo el mundo [1] [2]. Se puede presentar a cualquier edad pero existe un pico en la segunda y tercera década de la vida. Afecta más a a varones en una razón 2-3:1. En nuestro país, según los datos del Registro de Glomerulonefritis de la Sociedad Española de Nefrología, supone  el 15% del total de biopsias renales, siendo la primera causa de enfermedad renal biopsiada.  La incidencia anual es de 6,2 casos por millón de población.
Se ha estimado que del 3 al 16% [3] [4] de los individuos sanos pueden presentar depósitos de IgA. La existencia de esta Nefropatía IgA latente en la población sana es importante por dos razones:
-Debe tenerse en cuenta cuando se realicen estudios genéticos comparando pacientes con IgA con la población sana.
-En cuanto a la patogenia debe separarse claramente el proceso de depósito de IgA en el mesangio con la aparición del daño renal.

PATOLOGÍA

Actualmente para su diagnóstico se requiere una biopsia renal que muestre un depósito predominante de IgA a nivel mesangial (Figura 1). También se puede detectar IgG ó IgM en el 0-85 % de los casos (media 20%). En más del 70% de los casos se detecta C3 y properdina y casi nunca C1q. También se detecta C4, C4d [5], lectina de unión a manosa [6] y el complejo terminal del complemento C5b-C9. Estos hallazgos sugieren que existe activación del complemento por la vía alternativa y de las lectinas. La IgA depositada en el mesangio es exclusivamente de la subclase IgA1 y es deficiente en galactosa (IgA-gal-def), una característica bioquímica de importancia central en la patogénesis de la NIgA [7].  
Las características de la NIgA en microscopía de luz pueden variar enormemente entre los pacientes y dentro de la misma muestra individual. Se dice que cualquier lesión histológica al microscopio de luz puede estar presente. Sin embargo lo más común es un aumento de la matriz y de la celularidad mesangial. También se pueden observar focos de necrosis, semilunas y esclerosis segmentaria (es decir, que afecta sólo a una parte de un glomérulo), y semilunas en los glomérulos. Los hallazgos de inmunofluorescencia (IF) son los que definen la enfermedad y están comentados anteriormente. La microscopía electrónica (ME) muestra por lo general depósitos electrón-densos correspondientes a los depósitos inmunes de la microscopía de IF y se observan generalmente en áreas mesangiales y paramesangiales (Figura 2)
Clasificación de Oxford 
Se han descrito varios sistemas para clasificar las lesiones microscópicas de la NIgA, sin embargo, hasta el momento no hay una clasificación universalmente aceptada. La más usada es la de Hass  (Tabla 1). Un panel de expertos estudió y siguió durante 5 años a 265 pacientes [9] [10]. Las biopsias fueron evaluadas por diferentes patólogos y se identificaron las variables  de mejor reproductibilidad que en un análisis retrospectivo se relacionaron con la evolución renal (Figura 3) y (Tabla 2).
- Hipercelularidad mesangial: presencia de hipercelularidad mesangial en menos o más del  > 50% de los glomérulos (M0/M1), (Figura 3)
- Hipercelularidad endocapilar: hipercelularidad ausente o presente en pared o dentro del capilar glomerular que provoca estrechamiento de la luz (E0/E1), (Figura 3)
- Glomeruloesclerosis segmentaria: ausencia o presencia de esclerosis en cualquier parte del penacho glomerular en al menos 1 glomérulo de la muestra (S0/S1), (Figura 3)
- Atrofia tubular/Fibrosis Intersticial: porcentaje de área cortical afecta por atrofia tubular o fibrosis intersticial T0 (0-25%), T1 (26-50%), T2 (> 50%), (Figura 3)
A este Score MEST, recientemente se ha propuesto añadir  la presencia de semilunas [11];  C0, no semilunas, C1 semilunas celulares y fibrocelulares en < 25% de los glomérulos y C2  > 25% de los glomérulos con semilunas (Figura 4).

CLÍNICA

La presentación clínica depende de la edad del paciente. Más del 75% de los niños se presentan con hematuria macroscópica tras un episodio muy reciente de infección respiratoria o digestiva. Los adultos suelen presentarse con proteinuria, hematuria microscópica ó hipertensión, solos o en combinación.  La relación hombre-mujer es de 2-3:1 para los niños y  adultos en la mayoría de los países, mientras que la proporción es de aproximadamente1:1 en Asia. El síndrome nefrótico y la glomerulonefritis rápidamente progresivas se presentan en menos del 10% de los casos. También es porco frecuente pero algunos casos se presentan como hipertensión maligna. También es poco frecuente que algunos pacientes se presente con insuficiencia renal aguda con o sin oliguria; esto suele ser debido a la presencia de semilunas o a la hematuria glomerular que conduce a oclusión o daño tubular [12]. Igualmente La púrpura de Henoch-Schönlein es una entidad con las mismas características clínicas e histológicas que la NIgA pero que además presentan una púrpura palpable debido a una vasculitis leucocitocástica en los capilares de la dermis. También es frecuente la afectación digestiva.

PATOGÉNESIS

El evento inicial en la patogénesis de la NIgA es el depósito mesangial de IgA que es predominantemente polimérica de la subclase IgA1 conteniendo la cadena J. Pueden existir depósitos de IgG, C3 y C4d (Figura 5) que pueden condicionar un mal pronóstico [13]. En la patogénesis de la NIgA existen varios puntos clave.
IgA deficiente en galactosa (IgA gal def)
No cabe duda que en los pacientes con NIgA existe un aumento de la fracción de la IgA 1 circulante que es deficiente en galactosa. Se considera que la IgA deficiente en galactosa puede ser producida por células  plasmáticas de la médula ósea, pero no se dispone de  información  sobre los factores que controlan la síntesis y tampoco se sabe si ésta es continua o  sólo  intermitente en respuesta a determinados estímulos.  La causa de la hipoglicosilación tampoco es conocida.  Hasta la fecha no hay evidencia de mutaciones o delecciones en el DNA  que codifica la síntesis de la región bisagra de la IgA1 ni de alteraciones transcripcionales. Se  ha demostrado que este déficit de glicosilación se hereda con un patrón autosómico dominante y parece ser un factor de predisposición aunque no suficiente para inducir nefropatía, ya que  niveles elevados de IgA deficiente en galactosa pueden ser demostrados en familiares de primer grado de pacientes con NIgA que nunca desarrollan la enfermedad renal. Algunos autores consideran incluso  la hipótesis de que la IgA podría depositarse en el mesangio renal en todos los individuos que presentan déficit de glicosilación y que este depósito, si no se dan otras circunstancias añadidas, no provoca nunca lesión renal.    
Formación de inmunocomplejos
Como consecuencia de la deficiencia de galactosa, existe una exposición de grupos de N-acetilgalactosamina en la región bisagra de la IgA1. El reconocimiento de estos epítopos por anticuerpos anti-IgG o anti- IgA1 conduce a la formación de complejos inmunes. Existen dos teorías: a) estos complejos inmunes se forman en la circulación y posteriormente se depositan en mesangio ó b) se forman in situ en el mesangio después de haberse depositado allí la IgA1 deficiente en galactosa. El origen de los estos anticuerpos anti-glicanos no está completamente definido. Algunos virus y bacterias expresan N-acetilgalactosamina en sus superficies celulares; una infección con tales patógenos pueden facilitar la síntesis de anticuerpos anti-glicanos que reaccionan de forma cruzada con la IgA deficiente en galactosa. 
Aclaramiento de IgA
Aclaramiento sistémico. Las alteraciones de la IgA sistémica y de los inmunocomplejos que contienen IgA son las responsables de su mayor persistencia en el suero de los pacientes. Puede existir también un aclaramiento hepático reducido [14] y una expresión reducida de expresión de CD89 en las células mieloides [15] con una disminución de la capacidad de unión de IgA al receptor CD89 de las mismas. 
Aclaramiento mesangial. Cómo ya se ha comentado el depósito de IgA mesangial no siempre se asocia con daño glomerular. Más aún este depósito puede ser reversible ya que biopsias secuenciales en pacientes en remisión [16] o tras un trasplante inadvertido [17] han mostrado que desaparece la IgA. El receptor de la transferrína CD71 de las células mesangiales es uno de los candidatos propuestos para explicar este déficit de aclaramiento por el mesangio de la IgA depositada.
Activación de células mesangiales
El segundo paso necesario para desarrollar NIgA es la interacción de los depósitos de  IgA1 con las células mesangiales.  El resultado  de esta interacción es la proliferación de células mesangiales, el aumento de la síntesis de matriz mesangial y/o  la lesión celular. Las células mesangiales activadas secretan componentes de la matriz extracelular, aumentan la expresión de la óxido nítrico sintetasa inducible y la liberación de diversos mediadores de la lesión renal que no son exclusivos de la NIgA, como la angiotensina II, la aldosterona, citoquinas proinflamatorias y profibróticas y factores de crecimiento. Estos estímulos cuando se prolongan provocan expansión e hipercelularidad mesangial, apoptosis, estrés oxidativo, activación del complemento, lesión de los podocitos y de las células tubulares, aumento de la permeabilidad glomerular y lesiones de esclerosis glomerular, así como, atrofia y fibrosis túbulo-intersticial. Estas lesiones desencadenan hipertensión, proteinuria, hematuria e insuficiencia renal. 
Activación del complemento
La activación del complemento tiene un papel probablemente fundamental en la patogenia de la NIgA. Existen datos que implican activación de la vía de las lectinas y de la vía alternativa. La IgA1 puede activar ambas vías in vitro. Se han demostrado componentes de la vía alternativa (properdina y FH) y de la vía de las lectinas (MBL, MASP1, MASP2 y C4d) en mesangio. Trabajos realizados en España mostraron que el depósito de C4d es un factor de mal pronóstico a largo plazo [12]. Estas hipótesis se apoyan en los estudios de asociación genómica que demostraron que la delección FHR1-3 protege de la NIgA. De esta manera la delección homocigota en FHR1-3 sólo se presenta en 1 de 106 pacientes (0.9%) con NIgA mientras que esta delección homocigota se presenta en el 5.9% de la población sana española [18] y en el 6.5% de los pacientes con Poliquistosis renal. Interesantemente, esta delección en FHR1-3 se asocia con un haplotipo particular en FH que presenta niveles elevados de FH [19]. De esta manera un exceso de FH en relación a FHR1-3 confiere protección para el desarrollo de NIgA. La hipótesis es que estos productos FHR1-3 competirían con FH en la regulación de la vía alternativa del complemento. 
Factores genéticos
Los factores genéticos influyen sin duda en la patogénesis de la NIgA [20]. Se ha calculado que un 5% de los pacientes con NIgA tienen un familiar con NIgA confirmada con biopsia, hematuria microscópica o proteinuria. El modo de herencia es normalmente autonómica dominante con penetrancia incompleta. La IgA deficiente en galactosa es un rasgo hereditario en diversos grupos raciales o étnicos.  Sin embargo, la mayoría de los parientes con niveles séricos elevados de IgA1 galactosa-deficientes nunca tienen manifestaciones clínicas de insuficiencia renal. Por lo tanto, otros factores deben ser necesarios para la expresión de la enfermedad. Los estudios de asociación genómica han identificado algunos locus de susceptibilidad; en el DQ, en el cromosoma 6p21,  en el 1q32 en el conjunto de genes que codifican el factor H del complemento (cuyo papel ya hemos comentado anteriormente) y en el 22q12.41.
Biomarcadores
Aunque el nivel sérico de IgA1 deficiente en galactosa es frecuentemente elevado en pacientes con NIgA, la sensibilidad y especificidad de este hallazgo de laboratorio son insuficientes para sustituir a la biopsia renal. Los niveles de anticuerpos IgG-específicos de glicano podrían ser útiles para valorar la progresión y la respuesta al tratamiento. Otros marcadores que se han asociado con peor pronóstico y mayor proteinuria son la excreción urinaria de factor de crecimiento epidérmico, podocitos y lectina de unión a manosa, niveles plasmáticos de C3a y factor de crecimiento fibroblastos o los niveles séricos de ácido úrico.

PRONÓSTICO

No es una enfermedad benigna pues un 20-30% de los casos desarrolla IR terminal (IRCt) a los 20 años del diagnóstico y, por otra parte, es bien conocida la característica de ser una enfermedad extremadamente variable con un grupo de pacientes (70%) de excelente pronóstico a largo plazo y otro grupo (30%) que desarrollan IRCt en un corto espacio de tiempo. Un 10% de los pacientes requieren tratamiento sustitutivo de la función renal  (TSR) a los cinco años del diagnóstico y este porcentaje se incrementa al 15%, 20% y 30-40% a los 10, 15 y 20 años, respectivamente.
Los factores clínicos asociados a un mal pronóstico (Tabla 3) son la insuficiencia renal en el momento del diagnóstico, la HTA, y la proteinuria tanto al diagnóstico como en el seguimiento [21]. Es de destacar que una proteinuria de más de 1 g/día tiene un riesgo de IRCt 46 veces superior a los pacientes con una proteinuria menor de 0,5 g/día. Por razones que no están claras la magnitud de la proteinuria confiere un mayor riesgo de IRCt en los pacientes con IgA comparados con otras nefropatías.
Los criterios histológicos según la clasificación de Oxford [22] que se asocian independientemente a un peor pronóstico son la hipercelularidad mesangial (M1), la glomeruloesclerosis segmentaria (S1), y el grado de atrofia tubular y fibrosis intersticial (T1-2). El depósito de C4d mesangial también se ha mostrado que es un factor pronóstico para una peor supervivencia [12]. Otras características histológicas que pueden estar asociados con un pobre resultado clínico incluyen el depósito glomerular de lectina de unión a manosa y los datos de microangiopatía trombótica, así como, la presencia de semilunas (C1, C2) en la biopsia renal.

INDICACIONES DE BIOPSIA RENAL.

Dado su curso benigno en los pacientes con hematuria aislada sin proteinuria no se suele indicar la biopsia renal. Se suele realizar cuando existen factores de mal pronóstico tales como proteinuria > 0.5-1 gr/24 horas o insuficiencia renal.  

TRATAMIENTO

A pesar de todos estos avances todavía no hay un tratamiento específico para la NIgA ni se han realizado adecuados estudios controlados y doble ciego que muestren cual es la mejor estrategia para tratar esta enfermedad. El curso mismo de la enfermedad en muchos pacientes con un descenso muy lento del GFR (1-3 ml/min/año) hacen muy difícil realizar estudios clínicos que aclaren estas dudas. 
Varios grupos de expertos han dado recomendaciones según los estudios disponibles, que se presentan en la (Tabla 4)
Indudablemente estas recomendaciones van dirigidas a los pacientes con los factores clínicos e histológicos de mal pronóstico comentados anteriormente.
Inicialmente existen 2 aproximaciones terapeúticas:
1) Intervenciones generales no específicas de la NIgA, para enlentecer el deterioro de la función renal (Tabla 5). Estas se hacen en los pacientes que tienen riesgo de progresión.
2) Tratamiento con corticoides u otros inmunosupresores dirigidos específicamente a los mecanismos patogénicos implicados. Estas medidas se hacen en pacientes seleccionados.
Intervenciones generales no inmunosupresoras
- Las dos terapias no inmunosupresoras (no específicas) incluyen inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina e hipolipemiantes. 
a) Inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA) o antagonistas del receptor de la angiotensina II (ARA II). Ambos han demostrado eficacia en reducir la proteinuria y enlentecer la pérdida de GFR en estudios clínicos y observacionales. Sin embargo su eficacia no se ha demostrado en pacientes con proteinuria < 500 mg/24h [23]. La adición de IECA más ARAII produce más efecto antiproteinúrico a corto plazo [24]. Sin embargo esta terapia no se puede recomendar de manera general por varias razones. En los ensayos clínicos de combinación se compararon ambos fármacos con dosis normales de uno de ellos y no con dosis elevadas. No está claro si es más beneficioso asociar estos fármacos a dosis bajas o usar uno de ellos a dosis máximas. A pesar de la reducción de proteinuria, los ensayos clínicos randomizados no han mostrado su eficacia a largo plazo en preservar función renal. Aunque el estudio ONTARGET [25] incluyó una población muy diferente a los pacientes con NIgA en edad y riesgo cardiovascular, sus conclusiones deben tenerse en cuenta y de manera general no se debe recomendar la asociación. Antes de usar la combinación de IECA+ARAII (en pacientes en los que la proteinuria no consigue bajar de 0.5-1 gr/24h) parece más apropiado usar las dosis máximas recomendables y asociar otras terapias antiproteinúricas, como  dieta baja en sal, diltiazem, verapamil, ó antagonistas de los receptores mineralcorticoides. Estas recomendaciones van dirigidas a los pacientes con proteinuria persistente crónica y no debe ser aplicable a los pacientes con comienzo agudo de síndrome nefrótico cuya histología es de cambios mínimos. Estos pacientes deben tratarse con corticoides de manera similar al síndrome nefrótico por cambios mínimos.
b) Terapia hipolipemiante para pacientes seleccionados con LDLc elevado o riesgo cardiovascular. Aunque algunos estudios sugieren un posible beneficio en la progresión de la enfermedad renal crónica, tal efecto no se ha demostrado en metaanálisis ni en estudios randomizados.
c) Aceite de pescado. Los beneficios del aceite de pescado, a través de sus mecanismos antiinflamatorios, no han mostrado que tengan un papel claro en preservar la función renal en los pacientes con NIgA [26]. Es un tratamiento mal aceptado por los pacientes por su mal sabor de boca y molestias digestivas. No obstante sus efectos cardiovasculares si han sido contrastados, no es dañino y podría intentarse en pacientes de mal pronóstico que no responden a otras terapias.
Tratamiento inmunosupresorCorticoides
Varios ensayos clínicos han apoyado el uso de corticoides para reducir la proteinuria. Sin embargo las nuevas evidencias cuestionan el beneficio sostenido y a largo plazo sobre la función renal del uso de corticoides durante un período corto de tiempo.
En un estudió que incluyó 86 adultos con proteinuria moderada (1-3,5 g/día) y leve reducción del GFR (Cr sérica media de 1 mg/dl), los pacientes fueron randomizados a recibir tratamiento de soporte o corticoides (1 gr de metil-prednisolona durante 3 días en los meses 1,3 y 5 combinado con 0.5 mg/kg de prednisolona oral cada 48 oras durante 6 meses [27]. En este estudio no se usó de manera rutinaria IECA. A los 5 y 10 años los pacientes tratados con corticoides tenían mejor función renal que los no tratados. En otro estudio [28] 97 pacientes con proteinuria >1g/día y GFRe >50 ml/min fueron randomizados a recibir terapia con ramipril y un curso de 6 meses de prednisona (0.8-1 mg/kg/día durante 2 meses con reducción de dosis durante los siguientes 4 meses) o ramipril solo. Los pacientes tratados con prednisona tuvieron redujeron la incidencia de ERCt (2% vs 14%).
The STOP-IgAN study [29] ha puesto en cuestión los beneficios de los corticoides a largo plazo. En él los pacientes que recibieron corticoides más otros inmunosupresores consiguieron más tasa de remisión clínica (17% vs 5%, p<0.05). Sin embargo esto no fue asociado con una mejor tasa de pérdida de función renal.
Micofenolato
Hay pocos estudios, con resultados conflictivos, que han evaluado la eficacia de micofenolato en la NIgA. Actualmente la mayoría de los autores y las guías de práctica clínica KDIGO no lo recomiendan como terapia de primera línea. Es importante tener en cuenta que el micofenolato aumenta el riesgo fetal y no debería usarse en mujeres que están o podrían quedarse embarazadas.
Inhibidores de la calcineurina
La experiencia del uso de ciclosporina o tacrolimus en la NIgA es muy limitada. Aunque se ha observado reducción de la proteinuria, la nefrotoxididad asociada a su uso ha desaconsejado su uso. Sí se ha comunicado efectos beneficiosos en pacientes con síndrome de Schonlein-Henoch y proteinuria en rango nefrótico  
Rituximab
En un estudio 34 pacientes con proteinuria >1 g/d y GFRe >90 ml/min fueron randomizados a recibir rituximab o tratamiento conservador [31]. No se observaron diferencias en proteinuria ni en función renal.
Terapia de combinación.
La terapia de combinación con corticoides más otro inmunosupresor (generalmente ciclofosfamida o azatioprina) se reserva normalmente para pacientes con enfermedad progresiva. Los estudios publicados muestran resultados contradictorios y no concluyentes sobre la función renal. Teniendo en cuenta las complicaciones asociadas a su tratamiento sobre todo en los pacientes con insuficiencia renal avanzada, estos tratamientos inmunosupresores deben usarse con mucha precaución.
Budesonida
Se ha realizado un estudio con una formulación modificada de budesonida oral (nefecon). Este corticoide modificado se piensa que actúa localmente en el tejido linfoide del íleo distal y el ciego disminuyendo a este nivel la producción de IgA. Se ha publicado [32] que este tratamiento en pacientes con proteinuria >0.5-0.75 g/g y GFRe >45 ml/min mejora la caída de GFR. Se observó una caída de -4,7 ml/min en el grupo placebo frente a los que recibieron 8 mg de budesonida (0.32 ml/min) o 16 mg (1.95 ml/min), (p < 0.05).  
SITUACIONES ESPECIALESSíndrome nefrótico. 
En este grupo de pacientes con NIgA y presentación aguda de síndrome nefrótico (con función renal normal) en los que se observan  cambios mínimos al microscopio óptico (y fusión podocitaria en el microscopio electrónico) deberían tratarse de igual manera  que la nefropatía por cambios mínimos idiopática.
Glomerulonefritis extracapilar
El tratamiento de la NIgA con proliferación extracapilar severa (>50%) no se ha evaluado en ensayos clínicos. Datos aislados sugieren que se deben tratar de igual manera que la glomerulonefritis extracapilar idiopática: pulsos de metil-prednisolona seguidos de corticoides orales, con ciclofosfamida oral o I.V y/o plasmaféresis.
PUNTOS CLAVE
1. La NIgA es la enfermedad glomerular primaria más frecuente
2. Se caracteriza por el hallazgo de un depósito predominante de IgA en el mesangio mediante el estudio de Inmnuofluorescencia. La lesión histológica puede ser muy variada aunque lo más típico es la proliferación mesangial. El diagnóstico es mediante biopsia renal.
3. La biopsia renal se suele realizar cuando existen factores de mal pronóstico tales como proteinuria > 0.5-1 gr/24 horas o insuficiencia renal.  
4. La presentación clínica más habitual es con hematuria (macro o microscópica), normalmente tras un cuadro infeccioso de vías respiratorias altas. La presentación como proteinuria e insuficiencia renal es variable. Muy raramente, los pacientes se pueden presentar con insuficiencia renal aguda, síndrome nefrótico o hipertensión maligna.
5. En la patogénesis, el evento inicial es el depósito mesangial de una IgA deficiente en galactosa.
6. En la patogénesis está implicado un aumento de la IgA de origen mucoso tras estimulación por antígenos de la dieta o infecciones, la formación de inmuno-complejos de IgA, un aclaramiento defectuoso de IgA, la activación del complemento y factores genéticos.
7. Es muy importante el control de la proteinuria y la presión arterial con IECA o ARA II. 
8. Se recomienda asociar corticoides o aceite de pescado si tras 3-6 meses con IECA o ARA II no se reduce la proteinuria por debajo de 1 g/día. 
9. En los casos de glomerulonefritis rápidamente progresiva con semilunas se recomienda el uso de prednisona y  ciclofosfamida.  No se recomienda el uso de micofenolato mofetil o antiagregantes. 
10. La amigdalectomía se recomienda en algunos centros, sobre todo en Japón.  
11. Los pacientes que presentan una presión arterial normal, un eGFR normal y una proteinuria constantemente <0,20 g/día  no requieren tratamiento. 
12. Para los pacientes que requieren de diálisis, el trasplante es el tratamiento de elección. Aunque los depósitos de IgA glomerulares suelen reaparecer estos depósitos no suelen afectar la función renal.